Región América Latina, Región Unión Europea · 16 diciembre, 2020

No retroceder y ampliar las alianzas dinamizadoras

Por Marie-Dominique De Suremain, experta en Género del Programa EUROsociAL+ y Sandra Berthelot-Aranda, técnica del Área de Igualdad de Género de EUROsociAL+

La pandemia de la COVID-19 refuerza la necesidad de integrar una perspectiva de igualdad de género en las políticas de lucha contra la pobreza, las desigualdades y las violencias. “No dejar atrás a las mujeres y niñas”, porque no son una minoría vulnerable, sino más de la mitad de la población, se traduce en fomentar su autonomía física, económica y política, para reducir las desigualdades estructurales, mejorar sustancialmente la cohesión social y lograr mayores resultados hacia los objetivos del desarrollo sostenible. Los derechos de las mujeres a la igualdad son derechos “llave” que abren nuevas puertas y contribuyen en elevar las condiciones de vida materiales, cambiar la calidad de la democracia y de la ciudadanía de toda la población en su diversidad, incluyendo a los varones. A petición de la región latinoamericana, el programa EUROsociAL+ ha ampliado fuertemente la interlocución y cooperación directa entre Europa y los mecanismos de adelanto de la mujer nacionales en la región, contribuyendo a reforzar la arquitectura de igualdad de género de instituciones del poder ejecutivo, judicial y parlamentario. También ha intensificado su apoyo a autoridades y redes regionales de actores públicos que empujan desde hace décadas una agenda común.

América Latina ha logrado avances pioneros en el contexto global, al adoptar convenciones y legislaciones en el campo de la paridad, en la lucha contra los feminicidios y la violencia de género, o en la inclusión en cuentas nacionales de la economía del cuidado. Había logrado en la década pasada rebajar significativamente sus niveles de pobreza —incluyendo a las mujeres—, elevar su nivel educativo e iniciar cambios hacia el desarrollo de derechos sexuales y reproductivos. Pero al tiempo enfrentaba la emergencia de fuerzas opuestas al reconocimiento de estos derechos, fuerzas que se manifiestan también en algunos países en Europa. Y en los tiempos recientes, frente a desigualdades persistentes, la región enfrentaba protestas, nuevas exigencias de democracia por parte de la sociedad civil, especialmente de movimientos feministas, llevando nuevos temas y formas de expresión.

La pandemia ha explotado en este contexto y agudizado todas las dificultades y contradicciones preexistentes, generando un enorme retroceso de todos los avances lentamente conquistados en el campo socioeconómico, con un impacto probablemente mayor que la crisis financiera de la década pasada. Se habla de treinta años de retroceso. Cuatro tipos de impactos negativos del confinamiento se han resaltado: el brusco aumento de las violencias de género en particular en la pareja y la familia (la “otra pandemia” ocultada) generado por la intensificación de la convivencia forzada entre el agresor y su víctima sin posibilidades de escape y por la dificultad de acceder a los servicios de asistencia o jurídicos; el retorno masivo de las mujeres a las tareas domésticas, sea por pérdida de su actividad remunerada, sea por el cierre de escuelas e infraestructuras de cuidado de personas dependientes, con pocos ejemplos de co-responsabilidad con sus parejas y entorno; el aumento de desigualdades laborales (43 % de mujeres desempleadas contra 23,5 % de los hombres en abril de 2020 según el INEGI de México) al tiempo que una sobre-exposición de las mujeres en primera línea en los oficios relacionados con la salud, el comercio de abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad, con los servicios de limpieza o de cuidado; y finalmente un marginamiento en los espacios de decisión y de análisis, y poca integración en documentos oficiales, de los múltiples aportes que han hecho desde instituciones y movimientos especializados en igualdad de género y  del sistema de naciones unidas. Aún faltan datos diferenciados y análisis detallados en las cuatro dimensiones mencionadas, especialmente en el freno al trabajo remunerado de las mujeres y su recarga en trabajo gratuito de cuidado.

En Europa como en América Latina, los retos hacia una mayor igualdad se han multiplicado, pero también han surgido iniciativas nuevas que son esperanzadoras. Sistemas de alerta temprana, denuncias digitales de las violencias, formas nuevas de refugio, llamados nuevos a compartir las tareas domésticas más visibilizadas, oficios anteriormente poco reconocidos puestos en valor con los aplausos cotidianos, un uso de las tecnologías para ampliar las consultas y la circulación de iniciativas, el nacimiento de nuevas redes humanas solidarias. Un mundo se ha derrumbado y estamos todos convocados y convocadas a pensar el futuro con nuevas lentes, recursos y herramientas. Atacar los mecanismos que producen las desigualdades y no solo mitigar sus efectos es más urgente que nunca, y será posible si somos capaces de generar nuevas solidaridades y alianzas entre continentes frente a riesgos globales que se van a multiplicar en el futuro. Otros choques nos esperan muy probablemente como fruto del cambio climático y del crecimiento descontrolado y desigual. Construir sociedades, continentes, redes globales fundadas en la resiliencia social, ambiental, política, la participación ciudadana, nuevos modelos de educación igualitaria tanto de mujeres como de varones, masculinidades democráticas, un reconocimiento del aporte sustantivo del trabajo gratuito con co-responsabilidad en lo cotidiano, mayor transparencia en las decisiones y la información, supone repensar nuestras categorías y maneras de cooperar.

La agenda regional 2020-2030, plasmada en el Compromiso de Santiago, adoptado en la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe de la CEPAL, el nuevo plan de igualdad de la Unión Europea y la celebración de los 25 años de la Plataforma de Beijing serán nuestras brújulas. La convocatoria del Foro Generación Igualdad, liderado por ONU mujeres, Francia y México, se perfila como un nuevo escenario para promover coaliciones temáticas, tres de las cuales estarán centradas en los desafíos del siglo XXI: la justicia climática, la revolución tecnológica y el fortalecimiento de los movimientos feministas.

 

Pais: Región América Latina, Región Unión Europea
ODS: Igualdad de género, Paz, justicia e instituciones sólidas, Alianzas para lograr los objetivos
Área de Políticas: Políticas de igualdad de género
Tipo: Artículo

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