Región Unión Europea · 17 diciembre, 2020

Cooperación transfronteriza en tiempo de pandemia: ¿Qué soluciones pueden ofrecer los territorios regionales?

Por Florence Jacquey, gerente de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial “Secretariat du Sommet de la Grande Région”

La Gran Región: gobernanza multinivel y pequeña Europa

Nacida como iniciativa de Estados nacionales, la Gran Región es un ejemplo único de un lento proceso de consolidación de lazos transfronterizos y diálogo interregional. La necesaria formulación de una respuesta concertada entre Francia, Alemania y Luxemburgo en el denominado “triángulo minero” dio nacimiento en 1971 a la comisión intergubernamental franco-luxemburguesa-alemana. Los representantes de las instituciones regionales participaron como observadores. El acto jurídico fundador de la cooperación llega en 1980 con el acuerdo de Bonn relativo a la cooperación en las zonas fronterizas. Responde al deseo de institucionalizar la cooperación transfronteriza y aporta una base jurídica a las actividades de la Comisión Intergubernamental y de la Comisión Regional “SaarLorLux-Tréveris-Palatinado Occidental”. En los años siguientes la implicación de los líderes regionales en los trabajos de la comisión regional es cada vez más grande y la primera cumbre a nivel de los jefes de los Gobiernos regionales de la Gran Región tuvo lugar en 1995. Las estructuras de la Comisión Regional y de la Cumbre de los Ejecutivos de la Gran Región se fusionan en el año 2005 y desde entonces la cooperación institucional es llevada a nivel regional. Compuesta por 5 regiones integrantes de 4 países, la Gran Región es a menudo llamada el “laboratorio de Europa”. Los desafíos a nivel de gobernanza no son pocos. La coexistencia de sistemas administrativos muy diferentes es un reto permanente y, a la vez, enriquece el dialogo interregional. En ese espacio de cooperación de 65.401 km2 situado a menos de 300km de Paris, de Bruselas, de Rotterdam y de Frankfurt cohabitan 3 lenguas y una multitud de instituciones subregionales de cooperación.

Pandemia y retroceso

Con la llegada de la pandemia de COVID-19 a Europa la cuestión de las fronteras ha vuelto a tener una fuerte resonancia, especialmente en las zonas fronterizas. La Gran Región no es excepción y el cierre repentino de las fronteras externas de la Unión Europea el 17 marzo del 2020, seguido del cierre de las fronteras nacionales entre países europeos[1], ha provocado una onda de choque en ese espacio conocido por tener la mayor movilidad profesional transfronteriza en la UE. Cerca de 250.000 personas cruzan cada día las fronteras para ir a trabajar. Con el cierre de las fronteras nacionales sin aviso previo han vuelto a aparecer otras fronteras, de orden social o cultural. Tristes memorias de otro tiempo en esa zona que ha visto nacer el espacio Schengen.

La cooperación en acción: confianza y diálogo como motores de integración regional

Pasado el primer momento de sorpresa ante una situación inédita, las fuerzas vivas se han movilizado de una y otra parte de las fronteras. Frente a situaciones complejas y a veces surrealistas en zonas de vida tan entramadas, y muchas veces separadas del vecino por tan solo un puente, los responsables políticos locales y regionales han buscado nuevas formas de diálogo.

Para que pueda evolucionar la percepción de los espacios fronterizos por parte de los Estados nacionales es necesario que las regiones fronterizas muestren que pueden funcionar como “núcleos de vida”. La crisis ha puesto en evidencia que las relaciones de confianza establecidas a lo largo de los años y el buen conocimiento del vecino son un cimiento lo suficientemente sólido para que en una región fronteriza la acción conjugada entre actores de diferentes niveles dé resultados concretos. Los alcaldes de las localidades fronterizas han unido sus voces militando por la reapertura de las fronteras, como también lo han hecho parlamentarios regionales y diputados europeos. La sociedad civil y el mundo universitario se han movilizado para aportar nuevas perspectivas. Los jefes de los Ejecutivos regionales han intensificado sus contactos y actuado para la puesta en marcha de soluciones pragmáticas. La instauración entre otras medidas de una “Task Force COVID-19” a nivel de la Gran Región ha sido clave para seguir y acompañar la evolución de la pandemia. Enfermos de COVID-19 han podido así ser evacuados a hospitales en Alemania y Luxemburgo para prevenir la saturación de la UCI del este de Francia. El diálogo constante entre los líderes regionales y sus gobiernos nacionales han permitido negociar la apertura de algunos puntos de la frontera para el paso de los trabajadores transfronterizos. Y más recientemente se pueden destacar medidas de prevención a escala transfronteriza, como la campaña masiva de test y el contact-tracing impulsado por Luxemburgo a nivel transfronterizo, permitiendo seguir las cadenas de infección en la región fronteriza.

La meta de llegar a una armonización transfronteriza de las reglamentaciones en situación de crisis queda lejos. La estructuración de la gobernanza y del dialogo entre los diferentes niveles de decisión sigue siendo insuficiente, pero la madurez de la cooperación en la Gran Región, así como en otros espacios de cooperación europeos, ha permitido iniciar rápidamente un diálogo a nivel técnico. Una lección ha quedado clara: ¡el cierre de las fronteras no es una solución! En ese sentido sería altamente interesante abrir un dialogo a nivel de la Unión Europea y el MERCOSUR, en donde las fronteras internas permanecen cerradas. Todo el conjunto de experiencias de cooperación vividas producto de laCOVID-19 podrían compartirse con otros espacios regionales extracomunitarios.

[1] Luxemburgo es el único Estado que no ha cerrado nunca sus fronteras.

Pais: Región Unión Europea
ODS: Ciudades y comunidades sostenibles, Paz, justicia e instituciones sólidas, Alianzas para lograr los objetivos
Área de Políticas: Políticas de Gobernanza Democrática
Tipo: Artículo

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