· Artículo · 7 abril, 2020

Veníamos diciéndolo (por Juan Manuel Santomé Calleja, director de EUROsociAL+)

Reflexión acerca de la coyuntura actual en el mundo, y en particular en Europa y América Latina, desde el Programa de la Unión Europea que aborda las desigualdades para no dejar a nadie atrás

Veníamos diciéndolo. Desde hace años EUROsociAL programa de cooperación de la UE con América Latina para la cohesión social ha sido una de los voces relevantes que se han alzado promoviendo sociedades con menores brechas y desigualdades, sociedades fundadas en un pacto social fuerte basado en derechos, en las que los vínculos sociales se vieran cada vez más fortalecidos, con una confianza creciente entre ciudadanxs y en las instituciones, con un sentido de pertenencia sólido que permitiera construir comunidad y arraigar vidas, sociedades más cohesionadas en definitiva. Veníamos recordándolo. Durante muchos años insistiendo en que no era suficiente el crecimiento económico sin redistribución de la riqueza, que los modelos de desarrollo debían ser inclusivos pues, como se ha venido demostrando, son muchos, demasiados los que se quedan atrás, los que viven en condiciones de pobreza y los que son extremadamente vulnerables. Cohesión social y reducción de desigualdades decíamos, debían estar en el centro del contrato social. Como objetivo y como medio, un horizonte hacia el que caminar y una brújula para la priorización de políticas públicas.

Y llegó la crisis financiera de 2008 que acabó con los años de políticas expansivas de gasto social en América Latina amparadas por prioridades políticas y los altos precios de las commodities, y de nuevo se procedió a aplicar políticas de austeridad y contención del déficit, a equilibrar la economía para garantiza la sostenibilidad fiscal de los Estados…Pero a pesar de las mejoras, los niveles de desigualdad seguían siendo en América Latina los mayores del mundo, las tasas de informalidad rozaban el 70% en algunos países, la tributación seguía siendo insuficiente y sobre todo no progresiva, la evasión de capitales aun una lacra para las economías y en definitiva la vulnerabilidad extrema ante eventuales nuevos shocks económicos.

Mientras tanto desde la cooperación de la UE con América Latina a través de sus programas regionales (EUROsociAL uno de ellos) se contribuía a ampliar más y más una plataforma de servidores públicos que compartían expertise entre Europa y América Latina, cada vez más conscientes todxs de que estábamos en el mismo barco, que algunos de los principales problemas que nos aquejan son comunes, el cambio climático, el crecimiento de las desigualdades (también en Europa), el futuro del trabajo y la cuarta revolución industrial (TICs), etc. Constatando cada vez más que el aprendizaje entre pares y el intercambio de conocimiento eran estrategias necesarias, pero no suficientes, pues la los ODS demandaban para avanzar más financiación para el desarrollo y mayor coherencia de políticas.

Y la vulnerabilidad excesiva, la falta de igualdad de oportunidades, los demasiado tímidos progresos hacia una menor desigualdad, la demasiado lenta inclusión social de la mayoría comenzó ya en 2019 a tener consecuencias: abruptos cambios de gobierno llegando al poder nuevos actores ante la desconfianza reinante en partidos políticos clásicos e instituciones, amplias movilizaciones en varios países reclamando nuevos pactos sociales más inclusivos, cesiones de libertades a cambio de supuestas seguridades, volatilidad, incertidumbre, deterioro democrático…

Y de pronto sucedió lo imposible. Llegó en 2020 una pandemia mundial de dimensiones desconocidas que afectó primero a China y Asia y luego a Europa. Y tras las primeras reacciones de emergencia (respiradores, material médico, mascarillas, etc) y con una parte importante de la población en situación de confinamiento se volvió a recordar qué era lo importante y qué lo accesorio. Y resultó que lo esencial era la salud y el bienestar físico de la población (proteger la vida), aunque muchos de ustedes que llevan tantos años trabajando en cooperación saben que cada año mueren 3,5 millones de niños y niñas en el mundo por desnutrición (10.000 al día), que 870 millones de personas sufren aun inseguridad alimentaria… Algo que se lleva recordando tanto tiempo… Pero esta vez la pandemia está afectando el corazón de los países más desarrollados lo que contribuye claro está a que la salud vuelva a ser una prioridad en la agenda que esperamos dure en el tiempo. Las noticias fueron dejando claro con el trascurso de los días que el virus, el llamado COVID-19, no entiende de fronteras, pero que sin embargo resulta clave para combatirlo la fortaleza del sistema sanitario (personal, camas, equipamiento), del sistema de protección social, la existencia de prestaciones de desempleo, que las políticas públicas tuvieran un aterrizaje multinivel a todo el territorio, que hubiera información puntual, transparente y confiable para que la ciudadanía respondiera solidariamente a medidas extremas adoptadas en Estados de Alerta decretados… Los análisis pronto empezaron a dejar claro que el virus sí tiene un impacto mayor en las personas que tienen menos recursos, que viven en situación de hacinamiento por su mayor exposición al contacto, en los autónomos y personas que trabajan en la economía informal. El COVID-19 se convirtió súbitamente en un espejo que nos devolvía la medida de nuestra resiliencia como sociedades. Y volvió a hablarse de cohesión social, de la necesidad de reducir desigualdades y de fortalecer lo público y lo común. Y de cooperar más que de competir. De la cooperación como vía para fortalecer la resiliencia.

Pero el COVID-19 aún está desarrollándose principalmente en Europa y EEUU y solo recientemente en América Latina. Una región rica en recursos, en creatividad y en capital humano, pero aun la más desigual del mundo. ¿Como sobrevivirán las personas al confinamiento si muchas deben salir a chambear cotidianamente para ganar unos pesos para alimentar a sus familias? ¿Cómo sin sistemas de seguridad social y de salud en muchos casos frágiles? ¿Cómo lo harán millones de personas que habitan las periferias de las grandes ciudades sin acceso a agua potable y sistemas sanitarios adecuados? Se reclama una respuesta contundente del sector público, ahora sí, pero, ¿cómo pueden responder ante catástrofes de esta naturaleza países casi sin espacio fiscal? ¿con sistemas impositivos insuficientes -22,8% PIB vs 34,3% PIB países OCDE- y además no redistributivos, con alta deuda pública parte de ella exterior? ¿países con una matriz productiva aun no suficientemente diversificada y por tanto demasiado dependiente de la exportación de materias primas? Según proyecciones de la CEPAL en América Latina se pasará en 2020 de 188 millones de pobres a 220 millones (hay 125 millones de personas con falta de acceso a salud básica de calidad según la OCDE).

De momento hay consenso en que se necesita de un estímulo fiscal masivo tanto para atender la emergencia como la reconstrucción. Y también hay consenso sobre la necesidad de una acción multilateral coordinada y concertada que optimice recursos disponibles. Parte de este esfuerzo corresponde, aunque lógicamente no solo, a la cooperación internacional para el desarrollo, y la UE está llamada a jugar un papel clave en estos momentos al ser el principal donante de AOD no reembolsable y además detentar el conocimiento de muchas políticas públicas que han construido Estados de Bienestar que pusieron la vida y las personas en el centro. En este marco, y como parte de un esfuerzo concertado coordinado por DEVCO, EUROsociAL está recibiendo y dando respuesta a demandas de apoyo por parte de los países amigos latinoamericanos para acompañarles en la adopción de medidas urgentes (alerta temprana para evitar la violencia de género que crece con el confinamiento, sistemas de protección social, fondos de desempleo, transparencia en las instituciones, etc.); pero al mismo tiempo EUROsociAL continúa acompañando, aun en estas circunstancias, más de 200 reformas de política pública en curso para garantizar una justicia inclusiva, finanzas públicas equitativas, políticas sociales de atención a grupos vulnerables (NNA, adultos mayores, etc.), cooperación transfronteriza con enfoque de derechos, sistemas nacionales de empleo inclusivos, migraciones en clave de derechos humanos, transparencia y acceso a la información, lucha contra la corrupción; apostando fuertemente por la adopción del enfoque de género en todo el programa y acompañando políticas públicas para mejorar la autonomía física, económica y política de la mujer; una apuesta que tiene que ver con situar los cuidados en el centro; cuidados y cuidadoras (70% mujeres) que han estado sistemáticamente invisibilizadas, mal pagadas y que ahora resultan ser el colectivo clave para salvar nuestras vidas. Como fue siempre. Como sigue siendo. Cuidar de las personas. Cuidar el planeta.  Cohesión social y reducción de desigualdades decíamos.

Cohesión social y reducción de desigualdades seguimos diciendo desde EUROsociAL. Continuamos y continuaremos al servicio de los países amigos de América Latina apoyando políticas públicas que valoricen el bien común, que fortalezcan vínculos, para no dejar a nadie atrás tal como postula la Agenda 2030.

Artículo elaborado por Juan Manuel Santomé Calleja, director del Programa EUROsociAL+

Pais:
ODS: Salud y bienestar, Alianzas para lograr los objetivos
Área de Políticas:
Tipo: Artículo

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