Hace ya muchos años que sabemos que las juventudes en nuestra región latinoamericana son uno de los grupos más afectados en términos de desocupación, precariedad y escolaridad interrumpida. Los porcentajes abrumadores se agrandan cada vez más frente a la crisis económica mundial que estamos atravesando a partir de la pandemia.
Foto: Naassom Azevedo
Por Alejandra Solla y José María Ñanco
Según una publicación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la tasa de desempleo entre los jóvenes latinoamericanos y caribeños de entre 15 y 24 años continúa siendo muy alta. En 2020, alcanzaba el 18%, una proporción que triplica la tasa de los adultos y es más del doble que la tasa general de desempleo promedio en la región. [1]
Por otra parte, el mismo artículo menciona que, 6 de cada 10 jóvenes que sí consiguen ocupación se ven obligados a aceptar empleos en la economía informal, lo que en general implica malas condiciones de trabajo, sin protección ni derechos, y con bajos salarios y baja productividad.
Finalmente, se calcula que unos 20 millones de jóvenes en la región no estudian ni trabajan, debido en gran parte a la frustración y el desaliento por la falta de oportunidades en el mercado laboral.
De acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), en el 2020 la tasa de pobreza en la región se situó en niveles que no se han observado en los últimos 12 años. Entre tanto, la tasa de pobreza extrema se ubicó en 12,5%, como hace 20 años no se registraba [2]. Ya desde antes de la pandemia, la pobreza afectaba a casi un tercio de la población joven de la región. Un 39% de las y los jóvenes de 15 a 29 años se encontraba en la pobreza y casi un 10% en la indigencia. La pobreza juvenil en el área rural era de más del 46%, duplicando la de la zona urbana que era del 25%. [3]
Las juventudes en el centro de las políticas públicas de inserción laboral
No vamos a ahondar en las múltiples causas que provocan este deterioro profundo en nuestras sociedades, pero sí queremos a los fines de este artículo, hacer referencia a la importancia de poner a las juventudes en el CENTRO del diseño y ejecución de las políticas públicas de inserción laboral que los tenga a ellos como protagonistas.
Es necesario que los programas y las políticas públicas reconozcan la heterogeneidad de esta población. Es clave identificar su trayectoria educativa, las competencias, saberes, habilidades laborales que adquirieron empíricamente, cuáles necesitan adquirir, cuáles son sus representaciones acerca del trabajo, sus intereses y motivaciones, sus creencias e ideales, entre otras, de manera que se pueda desarrollar un abordaje formativo inicial o común que respete las trayectorias de las juventudes, de manera que puedan ser ellas mismos quienes elaboren, reconozcan y profundicen lo que llamamos su Proyecto Formativo y Ocupacional enmarcado en sus proyectos de vida y acompañados para este fin por educadores, referentes, o tutores.
Desafíos para el diseño y la ejecución de políticas públicas destinada a jóvenes en situación de pobreza y pobreza extrema
En algunas experiencias de consultoría y asistencia técnica realizadas en el marco del Programa de la Unión Europea EUROsociAL+ en algunos países de la región- como por ejemplo en Argentina, El Salvador, Ecuador, Costa Rica y Colombia -, uno de los desafíos que hemos encontrado en el diseño y ejecución de los programas y políticas públicas destinadas a las juventudes en situación de pobreza y pobreza extrema es la brecha existente entre el tipo de ofertas formativas, prestaciones o bienes y servicios, con sus respectivos requisitos de acceso, y las motivaciones y competencias adquiridas por los jóvenes en sus trayectorias previas, entre otras.
En este sentido, esta brecha se acentúa, si tenemos en cuenta los temas de conectividad y arquitectura tecnológica insuficiente en nuestros países, el uso de las tecnologías de la información propias de esta generación joven, pero que están, sin dudas, más basadas en el uso social y recreativo que en el aprendizaje. A esto se suman dos elementos centrales: el escaso conocimiento que los jóvenes poseen de las demandas del desarrollo productivo de sus comunidades y la exigencia inmediata de dar respuestas a la necesidad de inserción laboral para “sobrevivir y aportar a la economía familiar”.
Esta brecha que mencionamos apretadamente, es sin duda compleja y explica de algún modo la fuerte deserción en los procesos formativos existentes, el endeudamiento al que se someten los jóvenes a la hora de recibir préstamos para emprendimientos que tienen poca viabilidad en la práctica y la frustración continua frente a la búsqueda de un empleo digno al que acceden pocos y con requisitos a los que no pueden responder.
Una formación de inicio que coloque a las y los jóvenes como protagonistas
Teniendo en cuenta lo planteado hasta aquí y la experiencia positiva desarrollada en algunos países, es bueno que los Programas de formación e inserción laboral juvenil, partan de una Formación de base, que coloque a las y los jóvenes como protagonistas de sus trayectorias formativas y ocupacionales a desarrollar.
Esta formación de inicio (60 /80 horas) debería incluir tres componentes:
1. Autoconocimiento Cuyo propósito es que las y los jóvenes reconozcan sus motivaciones, capacidades y habilidades personales y sociales relacionadas a su experiencia educativa y laboral. En este componente los jóvenes se reconocen en lo que saben hacer, con qué recursos cuentan, cuáles son sus saberes y sus habilidades previas, dónde las aprendieron, cómo imaginan su futuro y qué tipo de habilidades y conocimientos necesitarían adquirir.
En términos transversales se trabajan las siguientes habilidades socio emocionales (habilidades para la vida): Autoconfianza – empatía. Organización y planificación. Pensamiento crítico y creativo. Responsabilidad. Autonomía.
Mediante este primer componente se espera que los y las jóvenes se encuentren con la tarea de pensarse a sí mismos/as, en relación con el mundo laboral.
2. Análisis del contexto mercado laboral y ofertas formativas para el análisis de oportunidades empleo y emprendimientos productivos y formación profesional, según el contexto.
El desarrollo de este componente se enfoca en comprender el mercado de trabajo, sus sectores económicos en crecimiento y ocupaciones más requeridas. Asimismo, en identificar ámbitos de formación y capacitación laboral relacionados con el sector productivo local, para adquirir los conocimientos necesarios para desarrollar sus intereses ocupacionales en ese campo.
En términos transversales se trabajan las siguientes habilidades socio-emocionales (habilidades para la vida): Trabajo en equipo, Autoconfianza, Organización y planificación. Responsabilidad
Se espera que los y las jóvenes se encuentren con la tarea de conocer el mercado laboral y pensarse a sí mismos/as, en relación con un empleo o el desarrollo de un emprendimiento viable a futuro.
3. Elaboración de un plan formativo ocupacional para contar con herramientas para la elaboración de un plan personal en el marco de un proyecto de vida.
Este componente está destinado a que los y las jóvenes definan un objetivo laboral posible según sus intereses y planifiquen el recorrido necesario para lograrlo. Además, este tercer componente está destinado a que los y las jóvenes adquieran algunas herramientas para incluirse laboralmente y logren comenzar a definir su objetivo laboral, así como planificar el recorrido necesario para lograrlo, de acuerdo a prioridades, tiempos y recursos.
El objetivo de esta etapa es que los y las jóvenes formulen su proyecto formativo y ocupacional a partir de lo trabajado en los módulos anteriores y mediante un proceso de planificación guiado.
En términos transversales se trabajan las siguientes habilidades socio emocionales (habilidades para la vida): Toma de decisiones, Escucha activa, Comunicación Asertiva, Resolución de conflictos – negociación, Autonomía.
En todo este recorrido, es necesario formar, además, en algunos temas necesarios para mantenerse en el mercado del trabajo que está cambiando: manejo básico de tecnologías y paquetes completos de Google (que incluya drive, meet, portales, armado de base de datos, uso de Word, Excel, redes sociales aplicadas al mundo del trabajo, entre otros). Por otra parte, incorporar los temas de géneros, medio ambiente, legislaciones laborales etc. y un conjunto de competencias transversales.
De este modo, toda esta formación inicial funciona como nivelación de trayectorias y experiencias de las y los jóvenes y podría ser parte del paquete integrado de servicios que proporcionan los Servicios o Agencias de Empleo. El acceso a un subsidio estatal que permita transitar este período de formación es una estrategia que debería contemplarse especialmente en jóvenes en situación de pobreza y pobreza extrema. Algunos ejemplos de estas políticas integrales son la Garantía Juvenil europea o el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo de Argentina, entre otros.
La importancia del seguimiento y la evaluación
En este punto nos referimos al acompañamiento del joven, una vez concluida la formación inicial de base. Esto quiere decir que las derivaciones a los bienes y servicios, o prestaciones posteriores sean acordes a lo que cada joven se fijó como ruta en su Plan, por ejemplo: hacer un curso de formación profesional en alguna disciplina, hacer una práctica o pasantía en una empresa, o prepararse para recibir la formación en emprendedurismo, plan de negocio y plan financiero, terminar la escuela, entre otras alternativas.
Este seguimiento, también llamado seguimiento a la trayectoria, es desarrollado en general por los servicios de empleo en general, así como por las oficinas de empleo municipales y provinciales y/o a través de convenios con organizaciones de la sociedad civil.
El mismo trata de garantizar que los jóvenes deserten lo menos posible de las ofertas formativas y puedan culminar su trayectoria con una inserción laboral adecuada. En esta etapa es indispensable contar con la presencia de un “tutor/gestor” que acompañe a los jóvenes individual y grupalmente.
Asimismo, es importante contar con un Sistema de Monitoreo y Evaluación cuanti-cualitativo a lo largo de todo el proceso, que permita medir el cumplimiento de metas e impactos que se quieren alcanzar año a año, como así también los cambios y aprendizajes desarrollados por los jóvenes a lo largo del proceso.
Otros Desafíos
Otro gran desafío para las políticas públicas y programas de inserción laboral juvenil es achicar las brechas existentes en el multinivel y la intersectorialidad. En relación al multinivel, en general las propuestas encuentran dificultades de implementación debido a la insuficiente articulación entre el nivel central (nacional) y el territorial (municipal, provincial, regional).
Es bien diferente lo que sucede en aquellos países que cuentan con esquemas ministeriales descentralizados como ser Agencias de Empleo Provinciales o similar y Oficinas de Empleo Municipales o similares y/o representaciones juveniles a nivel central, como los Institutos Nacionales de Juventud o similares y Oficinas de la Juventud territoriales.
Es necesario un diseño y una inversión importante en las políticas activas de empleo y una mayor descentralización para contar con equipos de trabajo, infraestructura y arquitectura tecnológica con mayores posibilidades de adecuación a la heterogeneidad existente al interior de los países.
En relación a la intersectorialidad en cambio, parece haber un desafío común. En general las propuestas formativas, de prestaciones o bienes y servicios, se piensan desde cada ministerio y desde cada sector (sistema educativo, empresas, productores, instituciones de Formación profesional, organizaciones sociales, universidades, entre otros) y funcionan con escasas articulaciones entre sí.
Si no hay reconocimiento de la necesidad de articular la formación, los servicios de empleo con las empresas, las inversiones productivas y los planes de desarrollo económico, será difícil lograr buenos impactos a nivel territorial.
En este sentido se hace necesario reconocer el territorio, sus interrelaciones e interdependencias naturales, promoviéndolas, de manera de evitar superposiciones, vacíos y poco aprovechamiento de los recursos existentes a nivel territorial, tanto sea de infraestructura, como de equipamiento y recursos humanos.
Para concluir, recordamos una frase – grafiti que, como mural, colocaron algunos jóvenes en espacios callejeros de la Provincia de Buenos Aires, Argentina: … “NO SOMOS PELIGROSOS, ESTAMOS EN PELIGRO” …
[1] Empleo juvenil en América Latina y el Caribe. OIT 2020.
[2] La situación educativo – laboral de las juventudes: América latina y Argentina. Ana Miranda, Miguel Alfredo y Julio Zelarrayan. FLACSO – Buenos Aires 2021
[3] Adolescencia y Juventud. UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) Recuperado desde https://lac.unfpa.org/es/temas/adolescencia-y-juventud