Por Borja Díaz Rivillas, responsable de Buen Gobierno del Área de Gobernanza Democrática de EUROsociAL+
En las sociedades actuales, el débil compromiso cívico con el pago de los impuestos, la falta de transparencia institucional y el mal uso de los recursos públicos limitan con frecuencia el alcance de las políticas para la cohesión social. Para superar estos obstáculos, resulta imprescindible que las administraciones reciban la colaboración ciudadana. No basta con vigilar y sancionar, hace falta mucha pedagogía y facilitar el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias. Desde el terreno de la educación fiscal, se brindan los conocimientos precisos para comprender cómo funciona el Estado y cuál es la relevancia de los impuestos y el gasto público en el bienestar colectivo. La universidad es un espacio privilegiado a la hora de impartir dichas enseñanzas.
En este sentido, los Núcleos de Apoyo Contable y Fiscal, conocidos como NAF, constituyen un puente entre la Administración tributaria y los ciudadanos/as de América Latina, especialmente aquellos con menos recursos. Los NAF son puntos de asesoría en los cuales estudiantes de carreras de Ciencias Contables y Empresariales, capacitados por la Administración tributaria, proporcionan asistencia contable y fiscal gratuita a personas de baja renta y a microempresarios/as, al mismo tiempo que ellos mismos mejoran sus capacidades profesionales y sus actitudes éticas, sirviendo de eslabón entre dos mundos todavía distantes.
La iniciativa supone ventajas claras para todos los participantes. La comunidad se beneficia de la ayuda para resolver cuestiones tributarias básicas, mientras que la Administración fiscal cumple su papel de formación cívica y proporciona apoyo a los más desfavorecidos. La universidad, por su parte, fortalece sus lazos con la comunidad y dota a sus alumnos de un conocimiento actualizado en materia fiscal y de ética profesional, sin coste alguno, reforzando asimismo sus actividades de extensión universitaria y responsabilidad social.
Los ciudadanos que acuden a los NAF encuentran un entorno amigable, donde los estudiantes les dedican tiempo, hablan en un lenguaje cercano, escuchan sus problemas y les enseñan a utilizar las herramientas informáticas, contribuyendo así a reducir la brecha digital. Al ser la gestión de sus empresas principalmente familiar, en muchos casos carecen de control contable, lo que limita la efectividad de los negocios. Otros van al NAF porque no tienen medios para contratar a un asesor fiscal, desconocen el tema de los impuestos o bien sienten temor ante el fisco.
Los NAF fueron diseñados en origen por la Receita Federal de Brasil, país donde funcionan en más de 300 universidades. Desde 2014, EUROsociAL ha impulsado, de la mano de dicha institución, el avance de los NAF en América Latina a través del intercambio de experiencias entre pares de Administraciones tributarias y universidades de diferentes países. Las herramientas han sido diversas: talleres, asesorías especializadas, manuales y estudios para identificar buenas prácticas y adoptar soluciones innovadoras. Todas las actuaciones han estado presididas por un diálogo participativo entre funcionarios de las Administraciones tributarias, docentes, responsables universitarios y estudiantes, con el objetivo de socializar la idea del NAF y consensuar los pasos a seguir para su adaptación nacional por parte de los propios actores involucrados.
Como evidencia el estudio “Los NAF como Palanca de Inclusión social”, elaborado por Antonio Rodríguez – Carmona, los NAF son un fenómeno en expansión, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo, debido a la ampliación de los servicios prestados, la creciente atención a grupos vulnerables, la puesta en marcha de nuevos canales para sortear barreras de acceso o la revitalización de los esquemas de educación fiscal. Están ya presentes en 671 universidades de 12 países y, solo en 2019, se realizaron 247.054 atenciones a ciudadanos y ciudadanas. En esta fase de EUROsociAL+, se ha impulsado la creación de NAF en Perú, Paraguay, Honduras, Argentina y Colombia (especialmente en zonas afectadas por el posconflicto) y se han generado insumos para su optimización en otros siete países, con énfasis en la fiscalidad inclusiva y en los colectivos vulnerables.
La iniciativa ha recibido diferentes distinciones. Así, en 2016, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) de Colombia otorgó a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) uno de los galardones a la Innovación en Buenas Prácticas de Servicio al Ciudadano por su trabajo con los NAF. Ese mismo año, el NAF de la Universidad Estatal de Paraíba logró el Premio Nacional de Educación Fiscal de Brasil. En 2018, los NAF de Perú fueron reconocidos como buena práctica en gestión pública por la ONG Ciudadanos al Día como ejemplo de eficiencia, compromiso y servicio ciudadano. Asimismo, los NAF fueron incluidos en la publicación de la OCDE, What drives people and businesses to pay tax? (2019), como una de las acciones educativas más innovadoras encaminadas a mejorar la moral tributaria.
La iniciativa se ha construido en el seno de América Latina, lo que demuestra el potencial de la cooperación Sur-Sur o triangular. No estamos ante un modelo estándar, sino que cada país, cada universidad y cada Administración tributaria lo adaptan a su realidad, ofreciendo los servicios que consideran oportunos. No podemos olvidar que los NAF son una iniciativa joven y un auténtico laboratorio de innovación social. Se adaptan a las nuevas realidades como la digitalización, los desafíos de la pandemia del COVID-19, las vulnerabilidades sociales en relación con el pago de los impuestos o el reto de llegar de manera efectiva a la comunidad con un enfoque diferenciado, cumpliendo un papel social.
En “El potencial de los NAF como Palanca de Inclusión social”, Antonio Rodríguez-Carmona reflexiona, junto a las instituciones que integran la Red de NAF de América Latina, sobre estos escenarios, abriendo nuevos caminos al recopilar experiencias innovadoras de varios países donde los NAF han tenido impacto en la mejora de la vida de la población. Sin obviar la naturaleza educativa y gratuita del servicio prestado por los estudiantes, el análisis pone de manifiesto que los NAF tienen un enorme potencial para insertarse de manera más activa en las políticas públicas de inclusión fiscal de los países de la región y, de ese modo, servir de catalizador de la Agenda 2030. La presente publicación es un importante paso en esa dirección.