Uruguay, Región América Latina · Artículo · 26 abril, 2022

Apostando por la consolidación de trayectorias y liderazgos transformadores de las mujeres en política

Acción de apoyo técnico de EUROsociAL+ a INMUJERES en Uruguay

Han pasado casi trece años desde que Uruguay aprobó la Ley de cuotas 18476 que estableció –bajo sanción por incumplimiento- la obligación de incluir personas de ambos sexos en cada tercio de las listas electorales a convenciones partidarias, órganos de dirección partidarios, parlamento y juntas departamentales. Una medida que fue ampliada con posterioridad a la elección de concejos municipales. En su primera aplicación, en el ciclo de elecciones nacionales y sub-nacionales 2014/2015, se produjeron incrementos en la presencia de mujeres en particular en el Senado, Juntas Departamentales y ligeramente en concejos municipales[1]. Si se observa el nivel parlamentario antes de la aplicación de la cuota las mujeres apenas constituían el 13,1% en la cámara baja y  el 6,5% en la cámara alta[2].   En las elecciones de 2014 las mujeres electas como diputadas fueron el 16,2% y como senadoras el 29%, mientras que en 2019 se eligieron 25,3% en Cámara de Diputados y 32,3% en el Senado[3].

Incrementos progresivos que sitúan a Uruguay aún lejos de escenarios ideales en términos cuantitativos. Siendo un país tan elogiado por su institucionalidad democrática, ¿por qué no se logran mayores niveles de igualdad en la representación de las mujeres? Una pregunta con respuestas complejas. Los factores institucionales han sido profusamente analizados y advertidos desde el inicio de la aplicación de la medida que va tocando techo: dificultades en la interacción con el sistema electoral uruguayo en función del nivel de elección, lo que reduce su impacto en términos de resultados para la elección de más mujeres[4]. A ello se suman las estrategias partidistas respecto de la implementación de la cuota que se ha caracterizado por aprovechar debilidades en su diseño para eludirla o ubicar a las mujeres en lugares más bajos y menos competitivos en las listas[5].

Otro factor a partir del cual se ha analizado la sub-representación de las mujeres tiene que ver con la interacción entre la oferta y la demanda. La oferta entendida como la disposición de postulantes que desean seguir una carrera política que está permeada por limitaciones en los recursos (como el tiempo, dinero y experiencia) y por la propia motivación[6]. Motivación a su vez condicionada por los cálculos sobre riesgos y éxitos al competir[7]pero también por una estructura en las que los roles de género imponen a las mujeres la mayor carga en las responsabilidades familiares[8]. Y, desde el  lado de la demanda se ha hecho énfasis en la existencia de sesgos por parte de los seleccionadores, de hegemonía masculina, que los lleva a escoger en base a características de grupo o con escepticismo respecto de las posibilidades de éxito en el caso de las mujeres[9].

Un diagnóstico encargado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) de Uruguay, realizado en 2021, analizó en profundidad cuáles son los mecanismos y limitaciones que enfrentan las mujeres uruguayas para construir sus trayectorias políticas a nivel electoral (pero también al interior de sus partidos)[10]. El estudio forma parte de la implementación por parte del INMUJERES de una línea estratégica de promoción de la participación política de las mujeres a través de la creación de un Programa de Fortalecimiento para Mujeres Líderes Políticas.

En lo electoral -y desde el lado de la oferta- se halló que solo en un 8,8% de los casos la iniciativa de iniciar el camino para una postulación surgió de sí mismas; que muchas encuestadas perciben que “su compromiso político no está vinculado con la ocupación de cargos, sino con una suerte de militancia social”; y que perciben un mayor costo en sus vidas por dar un salto en su carrera política[11]. Desde el lado de la demanda, se encontró que si bien en el 60,8% de casos la candidatura surgió por iniciativa de los líderes partidistas -quienes controlan los procedimientos de selección de candidaturas-, en estos procesos la inclusión no necesariamente tuvo que ver con las cualidades y trayectorias de las mujeres y que su ubicación en lugares expectantes generó reacciones adversas en sus correligionarios y  una falta de reconocimiento a su competitividad electoral[12].

En América Latina, la vía preferente para incrementar la representación de las mujeres fue en primer lugar el impulso desde 1991 de regulaciones legales de cuotas y desde 2008 de normas que avanzaron hacia la paridad, ahora regulada en nueves países de la región. Esta última ha sido la medida que ha hecho que más mujeres sean electas en órganos deliberativos como parlamentos o concejos municipales, llegando algunos países a la paridad de resultado. A pesar de los múltiples esfuerzos articulados de las mujeres políticas,  mujeres de la sociedad civil y de organizaciones internacionales presentes en Uruguay y de iniciativas legislativas presentadas,  hasta  ahora no se ha logrado avanzar en la aprobación de una ley de paridad por parte del Parlamento.

Las medidas paritarias son muy importantes de alcanzar pero no son las únicas medidas  en las que hay que avanzar. El caso de Uruguay muestra la necesidad de apostar en paralelo por apoyar la construcción por parte de las mujeres de trayectorias exitosas en contextos político-electorales todavía desfavorables en términos de igualdad. Así como propiciar cambios en la cultura política ciudadana y en la organizacional y política de los partidos hacia un enfoque paritario de la igualdad en los derechos políticos que favorezcan que las mujeres tengan una representación descriptiva  acorde con su peso poblacional que ronda el 50%. En particular, si dichos esfuerzos se impulsan desde la propia institucionalidad estatal y con una vocación de política pública permanente.

A finales de 2021, como parte de los procesos de  asistencia que brinda en el área de autonomía política de INMUJERES, EUROsociAL+, desde el Área de Políticas de Igualdad de Género, inició una acción para enriquecer el diseño técnico del Programa y su metodología de evaluación de impactos.  La  acción, incluye además el apoyo para potenciar la identificación de otras experiencias exitosas de promoción de liderazgos (dentro y fuera de la región). Asimismo aportó su colaboración para el diseño de conferencias públicas que permitan la sensibilización de actores políticos en contenidos claves para el avance de la igualdad de género, a través del intercambio de experiencias entre mujeres con trayectorias políticas exitosas del ámbito europeo y uruguayo y las participantes del programa de formación.

En mayo de 2022, 60 mujeres militantes de todo el espectro de los partidos políticos uruguayos con carreras incipientes interesadas en avanzar en su proyección,  que ya han sido seleccionadas, iniciarán el programa de fortalecimiento en una primera edición (en una modalidad que combina lo virtual y lo presencial). Un primer paso para una futura institucionalización. El programa cuenta con cinco módulos específicos y un área transversal de formación y fortalecimiento desde una perspectiva de género. Ya está en desarrollo el diseño de las herramientas metodológicas que podrán medir los impactos del programa en las participantes no solo en términos de conocimientos y herramientas adquiridas sino también en términos de cambio de sus percepciones para la construcción de liderazgos transformadores.

Como parte de su lanzamiento, también en mayo, se realizará la primera Conferencia Abierta, en la que  -en formato conversatorio- políticas de dos regiones compartirán sus experiencias para construir trayectorias políticas de mediano y largo plazo y hablarán de cómo marcar diferencias a través de liderazgos ejercidos en clave de igualdad.

[1] Pérez, Verónica (2015). Uruguay una democracia consolidada aún muy lejos de la paridad. Diagnóstico sobre las condiciones para ejercer el derecho a la participación política de las mujeres. Mecanismo ATENEA. PNUD, ONU MUJERES e IDEA Internacional.

[2] Información extraída de www.ipu.org

[3] Información extraída de www.ipu.org.

[4] Ob. cit. (2015).

[5] Ob. cit. (2015).

[6] Lovedunsky, Joni (1993): “Introduction: The dynamics of gender and party”. Lovedunski, Joni y Pippa Norris (editors). Gender and Party Politics. Londres: Sage Publisher. 1-15.

[7] Rule, Wilma (1981):  “Why women don´t run: the critical contextual factors in women´s legislative recruitment en The Western Political Quarterly”, Vol. 34, No. 1, Special Issue on Women in Politics, Mar. 76-77

[8] Fox, Richard L. Y Jennifer Lawless (2005): “To run or not to run for office: explaining nascent political ambition” en American Journal of Political Science.Vol. 49. No.3. Jul. 642-659.

[9] Sanbonmatzu, Kira (2006). Do parties know that “women win”? Party Leaders belief about women´s electoral chances. Politics and Gender, 2. 431-450.

[10] Johnson, Niki y Pérez Betancur, Verónica (2021). Diagnóstico para un Programa de Fortalecimiento de Mujeres Políticas. Informe final. Convenio Inmujeres-MIDES/ICP-FCS-UDELAR.

[11] Ob. cit. (2021):24.

[12] Ob. cit. (2021).

Por Beatriz Llanos, experta de EUROsociAL+ del área de Políticas de Igualdad de Género

Pais: Uruguay, Región América Latina
ODS: Igualdad de género, Reducción de las desigualdades, Paz, justicia e instituciones sólidas, Alianzas para lograr los objetivos
Área de Políticas: Políticas de igualdad de género
Tipo: Artículo

Compartir