Bolivia, Región América Latina · 5 junio, 2019

Cuanto más feminista sea la democracia, más democrática será

Entrevista a Katia Uriona Gamarra, expresidenta del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia y exvicepresidenta de la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas- AMEA, quien nos explica los aprendizajes alcanzados y el estado actual de las políticas públicas para la paridad política en la región, siendo su país, Bolivia, uno de los que han marcado la pauta en la materia.

¿Cuáles han sido los principales aprendizajes del movimiento de mujeres respecto a la participación y representación en la democracia?

 Como base partimos de trabajar y articular nuestras demandas para que salgan del espacio de nuestra vida organizativa y colocarlas en el espacio público-político. Esto esta claramente vinculado a la noción de la acción organizada-movilizada. Segundo, aprendimos que no basta con ser mujeres para articularnos, es decir que es importante para el ejercicio y el reconocimiento de las mujeres, incluir una perspectiva de género. Y tercero, planteamos una agenda pública respecto a la institucionalidad del estado. Los Estados normalmente son instancias ajenas, o desarticuladas, lejanos a las demandas, necesidades y respuestas que se deberían generar respecto a la mejora de las condiciones de vida para la población en su conjunto y en particular de las mujeres. Sin la inclusión de la perspectiva de género, podríamos decir que no se reconocen las condiciones de desigualdad.  Somos las propias mujeres quienes colocamos en el debate público esta condición de desigualdad y establecemos las demandas al estado para que se generen marcos normativos y políticas públicas específicas y/o diferenciadas.

Los déficits de la propia democracia se basan en que se deja fuera a la mitad de la población: las mujeres. Si el estado es ajeno al reconocimiento de la mitad de la población y también al reconocimiento de esa desigualdad, se produce un distanciamiento muy grande en la respuesta efectiva del propio estado como garante de derechos. Lo primero, pues, es reconocer que tanto el sistema democrático como las esferas de representación y la definición de políticas públicas se han formulado en ausencia de una visión igualitaria, inclusiva y que reconozca claramente las desigualdades de género. Así el déficit de confianza se planteará nuevamente, desde la acción organizada y movilizada de las mujeres. Ni los Estados ni las instituciones están abiertos per se a generar procesos participativos y de inclusión, eso lo sabemos, por lo que, serán los propios movimientos sociales, las organizaciones de mujeres o feministas, quienes demandan acciones concretas al Estado y generan su apertura. Un primer elemento incluye posibilitar la acción política colectiva, movilizada y organizada por las mujeres. Las mujeres somos las que vamos a aportar para acelerar los procesos a través de nuestra movilización política. Este es un valor a resaltar: la fuerza, la vitalidad de los movimientos feministas, de mujeres y sociales deben ser fortalecidos de manera permanente.

 

Teniendo en cuenta que ya han transcurrido diez años de la aprobación de la Asamblea Constituyente en Bolivia, ¿qué hitos ha generado este proceso: sus logros, ¿lo que se ha aprendido y lo que queda por hacer?  ¿Dónde persisten las barreras respecto a las mujeres en el ámbito público-político?

Como movimiento de mujeres, nos propusimos ser partícipes de esta reconfiguración del estado que proponía la creación de la Asamblea Constituyente, y ser parte de ese pacto social que el país estaba construyendo. Durante aproximadamente tres años, más de 20.000 mujeres a nivel nacional, articuladas en el Movimiento: “Mujeres Presentes en la Historia”, generamos una acción movilizada articulada desde la pluralidad, la diversidad, las distintas identidades, orígenes y pertenencias. Fuimos cohesionando una agenda común. Este movimiento de reflexión, pero también de construcción de un nuevo escenario democrático se realizó teniendo muy claros algunos aspectos fundamentales: definir qué era el ser actora política y formar parte de ese pacto social; construir alianzas con otros movimientos; elaborar una agenda política transformadora con enfoque de género, en articulación con mujeres que ocupaban puestos de decisión. Creo que estos cuatro elementos mencionados son fundamentales y que pudieran ser aplicables en diferentes contextos. Hay que resaltar la importancia del último punto: que las mujeres ocupen espacios de toma de decisiones. Porque ellas pueden convertirse en el primer núcleo para elevar las demandas de otras mujeres y estimular la discusión de nuestras agendas en la generación de políticas públicas. No ha sido todavía posible constatar que, aunque haya hombres comprometidos con la igualdad, estos tomen como propias las agendas transformadoras de las mujeres y las incorporen a las suyas. Este recorrido encuentra resistencias muy fuertes y duras. no solo en términos de agenda, sino por la dificultad de entender que la igualdad es una responsabilidad política y social de todos y todas.

Incluso en los países en los que se ha alcanzado la paridad en la representación política, como Bolivia, el problema que surge es que las instituciones no han cambiado sus prácticas, costumbres y comportamientos machistas y persisten las resistencias al ingreso de las mujeres. Cuando ingresan a estos espacios, viven ahí la resistencia más dura: la violencia y el acoso político, que se han convertido en mecanismos de control, obstrucción e incluso para la expulsión de las mujeres. La institucionalidad pública debe transformar estas prácticas tradicionalmente discriminadoras. Si no, las mujeres saldrán de los espacios públicos y las políticas de igualdad no permanecerán, no serán sostenibles, las políticas y presupuestos alcanzados, corren el riesgo de estancarse o generar retrocesos en las condiciones para transformaciones más amplias para la modificación de las relaciones de poder asimétricas entre mujeres y hombres.

¿Cuál es la situación de la paridad política en el resto de América Latina? ¿Cuáles son los avances de la región?

América Latina es la región, a nivel mundial, con mayores avances en la representación paritaria en los ámbitos legislativos: son ocho países; Bolivia, México, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Honduras y Panamá y a partir de octubre 2019 se aplicará la legislación paritaria en las elecciones de Argentina. De los cuales en cinco de ellos se han aplicado mecanismos claros en la ley respecto a la paridad horizontal y vertical. Lo que quiere decir que se garantiza la inclusión de las mujeres en las listas electorales con un criterio de paridad y alternancia: de manera secuencial y correlativa se incluye una mujer, luego un hombre y otra mujer… Esto no ocurre en Honduras ni Panamá, que tienen normas paritarias pero que no generan una obligatoriedad de alternancia, por lo que se coloca a las mujeres en los últimos puestos de la lista. Como perspectiva, se plantea que los países de la región puedan pasar de las cuotas a la legislación paritaria. Este es el salto cuantitativo que se está planteando: que seamos las propias mujeres, a la par que los hombres, quienes vayamos democratizando los sistemas políticos y democráticos en nuestros países.  No estamos discutiendo solamente con qué agendas especificas que podemos aportar las mujeres, desde una perspectiva de género y reconocimiento de derechos, sino que también estamos incluyendo a la discusión democrática esta noción inclusiva, de ampliación y de igualdad, que tanta falta les hacen a nuestros estados. En la región se plantea como horizonte, alcanzar la representación paritaria y avanzar hacia la Democracia Paritaria, como una propuesta que aporte a la construcción de sociedades más justas, igualitarias y democráticas, por lo cual es posible afirmar que cuanto más feminista sea la democracia, más democrática será.

¿Cómo cree que podemos lograr que estas políticas inclusivas sean sostenibles y estables, independientemente de cambios de gobiernos, autoridades, o cambios de tendencias políticas?

 Hacen falta por lo menos cuatro elementos prioritarios, todos relacionados con una perspectiva democratizadora:  Primero: Necesitamos democratizar la institucionalidad pública: que las mujeres ingresen en la gestión pública en términos igualitarios y se asegure las condiciones para desarrollar políticas con enfoque de género, en instituciones que hayan cambiado sus prácticas y comportamientos machistas. Segundo punto: democratizar los partidos políticos y las organizaciones. Las mujeres estamos generando propuestas transformadoras pero las instancias como los partidos y organizaciones políticas y sociales, enfrentan aún el desafío de profundizar sus mecanismos de democracia interna, y esto genera una tensión en la crisis de representación y la noción de confianza y cohesión que se debe generar entre la ciudadanía y quienes la representan.  Tercero: democratizar el sistema de representación, que implica el derecho a elegir, derecho a ser elegidas y un nuevo elemento que es el derecho a permanecer en los cargos. Cuarto y último, también es imprescindible democratizar las responsabilidades en el ámbito privado, esto implica la corresponsabilidad en el trabajo doméstico y compartir las decisiones en este ámbito, así como la implementación de políticas públicas de cuidado.

 

Ya hemos hablados de la paridad a nivel regional, ¿Que otros temas están en la agenda en América Latina y cuales aún generan aun resistencias? ¿Cómo ve usted el papel de la cooperación?

Analizando las diferentes agendas regionales, estas cuentan con elementos comunes, que, a pesar de la diversidad y especificidades en cada uno de los países, se sustentan en diferentes sistemas de opresión que generan, en la mayoría de los casos, condiciones desiguales, discriminación, subordinación, violencia y pobreza. En este marco las agendas de las mujeres en la región se han ido ampliando y complejizando.

Entre algunos de los elementos comunes, que a su vez se encuentran reflejados en los “Consensos regionales” que los gobiernos han firmado y comprometido, con base en el plan de acción de Beijing, la Convención para la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer (CEDAW) o los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), entre otros mecanismos internacionales.

Serán los propios movimientos que plantean y hacen seguimiento a sus agendas en diálogo con los gobiernos para avanzar. En la región se está debatiendo también la agenda de desarrollo sostenible, empoderamiento de las mujeres y niñas, el alcance de la representación paritaria y la Democracia Paritaria e Intercultural, se incluyen los ejes de la autonomía política, física y económica. Este es el marco es que se debe comprometer a los estados, a los mecanismos de integración regionales y globales, así como a la propia cooperación con el alcance de sociedades más justas, más igualitarias y democráticas que es una lucha que las mujeres están colocando en las agendas políticas, un respaldo que debería estar centrado en el fortalecimiento de movimientos, y también en fortalecimiento de las mujeres que acceden a los espacios de decisión.

Entre los temas de la agenda que enfrentan mayores dificultades se encuentran los relativos a la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y el incremento de los casos de feminicidio, así como el de los derechos sexuales y derechos reproductivos, justamente porque “los cuerpos de las mujeres se toman, se violan, se violentan y se ejerce el control sobre sus vidas”. Estos son temas muy sensibles, que generan la vulneración de los derechos de las mujeres y que a su vez enfrentan las resistencias al cambio en el propio patriarcado y las resistencias más dura en sectores conservadores: los que cuestionan la supuesta “ideología de género”, pero también las iglesias y los fundamentalismos religiosos. Estos son los núcleos más difíciles, en los que encontramos más barreras y resistencias para poder avanzar y garantizar estos derechos.

 Entrevista por: Ana Pérez Camporeale – Experta- Área de Genero EUROsociAL+.

Pais: Bolivia, Región América Latina
ODS: Igualdad de género
Área de Políticas: Políticas de igualdad de género
Tipo: Entrevista

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